Fue Jim Rohn, empresario estadounidense, el que acuñó la ya famosa frase de “Eres el promedio de las 5 personas que te rodean”.





Con el tiempo, más allá de frases de personas que no conozco hasta que las busco en Wikipedia, he aprendido la importancia, el valor y el impulso de relacionarnos con personas que sumen, que nos ayuden a crecer, que nos reten, también que coopetir puede convertirse en un ejercicio sano… y también el valor de quien nos arropa y consuela sin victimizarnos.





Esa es la parte bonita, esa en la que el desarrollo personal y profesional (en este caso sí es importante el orden de los factores) se acelera y todo fluye de la mejor manera. Después están las otras realidades; esas realidades en las que están las personas feas de alma, están las zancadillas y las minusvaloraciones.





Dándole vueltas a esto (ya he contado otras veces que escribo, principalmente, para entenderme mejor a mi mismo)… a su poder multiplicador, pero también a la capacidad de hundirte en la más absolutas de las miserias… ¡ojo! tampoco me vuelvo loco y tengo claro que al final hay de todo “como en botica”.





Pues eso, que me ha dado por ver esto desde una perspectiva distinta.





Siempre pensamos en el YO, en las personas con las que me relaciono y cómo eso puede afectarme, positiva o negativamente a .





Pero… ¿y si analizamos y tomamos conciencia de la influencia que podemos ejercer sobre todas esas personas para las que podemos ser una de esas cinco personas que más le influencian?





¿Nos hemos parado a pensar para cuántas personas somos una de esas cinco personas?





Cuando te paras a hacerlo, a pensar me refiero… que un día vamos a perder esa característica evolutiva de usarla tan poco, te da cierta responsabilidad saberte influyente de otras personas.





Tomar conciencia de que como padre, pareja, amigo, hijo, hermano… ORIENTADOR… tenemos el deber, al menos moral, de influir de la manera más positiva, sútil, poco invasiva y facilitadora posible con las personas con las que nos relacionamos es un rasgo de madurez personal y profesional… o así lo veo yo que lo mismo tú lo ves de otra manera.





¡Ostras! de repente todos somos influencers, a mayor o menor escala, de muchas o de pocas personas… y además es algo que lleva pasando desde los orígenes de los orígenes… mierda! otro término cool que ni es cool, ni es nuevo, ni nada… se acaba el mundo.





Para rematar este post casi delirante os dejo una frase de Freud que me encuentro cuando buceo por ahí en busca de respuestas… e inspiraciones:

“No elegimos a los otros al azar, nos encontramos con aquellos que ya existen en nuestro inconsciente”.

Sigmud Freud




El amigo Sigmud siempre “facilitando” las cosas.

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