Tener algo valioso que ofrecer, algo que permita aportar valor a una empresa o a un cliente, puede ser algo tan sencillo como:
• ser una persona de confianza
• alguien capaz de incorporarse con rapidez a la rutina de trabajo
• alguien que abra una nueva línea de negocio para la empresa
• que mejore alguna parte del proceso de trabajo
• que maneje programas concretos o…
• tenga una serie de carnets profesionales…
… por poner algunos ejemplos básicos.
La propuesta de valor sólo tiene que aportar VALOR, no es fácil identificarla, no es fácil adaptarla a empresas o clientes a los que les pueda interesar y, por supuesto, no es fácil comunicarla y que llegue a quien de verdad pudiera pagarnos por aquello que sabemos hacer.
Es única porque lo que hacemos lo hacemos nosotros, con nuestro estilo, no porque seamos los únicos que podemos o sabemos hacerlo.
¿Cuántos orientadores creéis que hay que pueden asesorarte?
¿Cuánto orientadores creéis que hay que puedan hablar en público o impartir sesiones y formaciones on line?
¿Cuántos orientadores creéis que hay que puedan participar en ferias de empleo o jornadas de empleabilidad?
Muchos y muchas, muchos y muchas mejores que yo.
¿Cuántos orientadores valverdeños de voz aterciopelada y pelo anillado creéis que hay?
Pues eso.
Nuestro estilo, nuestra forma de poner en práctica aquello que sabemos hacer, puede marcar la diferencia.
Lo que tenemos que tener muy presente es que no tiene porqué ser algo absolutamente extraordinario y que le arregle de un plumazo la vida a empresas o clientes.
𝐋𝐚 𝐩𝐫𝐨𝐩𝐮𝐞𝐬𝐭𝐚 𝐝𝐞 𝐯𝐚𝐥𝐨𝐫 𝐭𝐢𝐞𝐧𝐞 𝐪𝐮𝐞 𝐬𝐞𝐫 𝐔́𝐓𝐈𝐋, 𝐞𝐧𝐭𝐞𝐧𝐝𝐢𝐛𝐥𝐞 𝐲 𝐜𝐫𝐞𝐢́𝐛𝐥𝐞.
En el proceso de comunicación (currículum, entrevistas, redes sociales, portales de empleo, etc.) es importante, tras identificarla, darle credibilidad, que nuestras acciones respalden aquello que decimos qué hacemos… o que seríamos capaces de hacer.
Algunas de las tareas más importantes cuando alguien se pone en contacto conmigo para que lo acompañe en su desarrollo profesional son identificar:
𝐏𝐫𝐢𝐦𝐞𝐫𝐨, esa propuesta que puede ofrecer a empresas o clientes (incluso cuando quieren desarrollarse dentro de su propia empresa).
𝐒𝐞𝐠𝐮𝐧𝐝𝐨, quienes son esas empresas o clientes, para poder adaptar y personalizar esa propuesta.
𝐓𝐞𝐫𝐜𝐞𝐫𝐨, volcar esa propuesta en curriculums, estrategias para afrontar procesos y entrevistas de selección y planificación de visibilidad en redes sociales y profesionales.
Y siempre, siempre, teniendo en cuenta que no estamos buscando algo que solo una persona puede hacer en el mundo… tocados con varitas mágicas hay muy pocos y seguramente no seremos ninguno de nosotros.
𝐅𝐮𝐞𝐫𝐚 𝐛𝐥𝐨𝐪𝐮𝐞𝐨𝐬 𝐲 𝐟𝐨𝐜𝐨 𝐞𝐧 𝐥𝐨 𝐪𝐮𝐞 𝐩𝐨𝐝𝐞𝐦𝐨𝐬 𝐡𝐚𝐜𝐞𝐫 𝐩𝐨𝐫 𝐥𝐨𝐬 𝐝𝐞𝐦𝐚́𝐬.
Es simple, no es sencillo y hay profesionales que podemos ayudarte en este proceso.